Lectura orante del Evangelio del Miércoles de la Semana 17 del Tiempo Ordinario: Mateo 13,44-46


Señor, al orar con tu Palabra de hoy, necesitamos la acción de tu Espíritu Santo en nosotros para captar con claridad el sentido de cuanto has querido expresarnos en el Evangelio de este día, y para recibirlo con el entusiasmo y la disposición necesarias para convertirlo en acción en la vida de cada uno de los que en este momento iniciamos esta lectura orante de tu Santa Palabra. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Mateo 13,44-46: En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».

b) Contexto histórico y cultural

Continúan Jesús formulando sus enseñanzas en forma de parábolas a sus seguidores, en el conjunto denominado Parábolas del Reino; la alegría por encontrar el Reino es comparada con el hallazgo de un tesoro valioso.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Valioso tesoro

¡Gran ventura mía!;
valioso tesoro,
más que perla, oro,
y que agua en sequía
para seca ría.
Ahora no demoro,
pronto me enamoro
con gran alegría
de tu compañía.
Ya en tu Reino moro
y hasta oigo el coro
y una sinfonía
con bella letanía
cuando yo te adoro,
Señor, mi tesoro,
en la Eucaristía.

Amén.

3. Oración

Venga a mí tu Reino

En el comienzo del día,
venga a mí tu Reino, Señor;
en la oración matutina,
venga tu Reino, Señor;
en el transcurso del día,
venga a mí tu Reino, Señor;
al agradecer la vida,
venga a mí tu Reino, Señor;
en la faena del trabajo,
venga a mí tu Reino, Señor;
con el pan de cada día,
venga a mí tu Reino, Señor;
en los triunfos y alegrías,
venga a mí tu Reino, Señor;
en las dificultades y pruebas,
venga a mí tu Reino, Señor;
también en las tentaciones,
venga a mí tu Reino, Señor;
que cuando tenga caídas,
venga a mí tu Reino, Señor;
al terminar cada día,
venga a mí tu Reino, Señor;
y que al final de mi vida
venga a mí tu Reino, Señor.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A la alegría,
por saber que Jesús
ha hecho presente y realidad
el Reino entre nosotros,
y ha luchar por no perderme
su compañía en los Cielos,
estoy invitado en este día;
es mi acción desde hoy,
con tu ayuda, Señor.
Amén.