1. Lectura
a) Texto del día
Mateo 13,44-46: En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.
También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».
Mateo 13,44-46: En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.
También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».
b) Contexto histórico y cultural
Continúan Jesús formulando sus enseñanzas en forma de parábolas a sus seguidores, en el conjunto denominado Parábolas del Reino; la alegría por encontrar el Reino es comparada con el hallazgo de un tesoro valioso.
2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)
Valioso tesoro
¡Gran ventura mía!;
valioso tesoro,
más que perla, oro,
y que agua en sequía
para seca ría.
Ahora no demoro,
pronto me enamoro
con gran alegría
de tu compañía.
Ya en tu Reino moro
y hasta oigo el coro
y una sinfonía
con bella letanía
cuando yo te adoro,
Señor, mi tesoro,
en la Eucaristía.
Amén.
¡Gran ventura mía!;
valioso tesoro,
más que perla, oro,
y que agua en sequía
para seca ría.
Ahora no demoro,
pronto me enamoro
con gran alegría
de tu compañía.
Ya en tu Reino moro
y hasta oigo el coro
y una sinfonía
con bella letanía
cuando yo te adoro,
Señor, mi tesoro,
en la Eucaristía.
Amén.
3. Oración
Venga a mí tu Reino
En el comienzo del día,
venga a mí tu Reino, Señor;
en la oración matutina,
venga tu Reino, Señor;
en el transcurso del día,
venga a mí tu Reino, Señor;
al agradecer la vida,
venga a mí tu Reino, Señor;
en la faena del trabajo,
venga a mí tu Reino, Señor;
con el pan de cada día,
venga a mí tu Reino, Señor;
en los triunfos y alegrías,
venga a mí tu Reino, Señor;
en las dificultades y pruebas,
venga a mí tu Reino, Señor;
también en las tentaciones,
venga a mí tu Reino, Señor;
que cuando tenga caídas,
venga a mí tu Reino, Señor;
al terminar cada día,
venga a mí tu Reino, Señor;
y que al final de mi vida
venga a mí tu Reino, Señor.
Amén.
En el comienzo del día,
venga a mí tu Reino, Señor;
en la oración matutina,
venga tu Reino, Señor;
en el transcurso del día,
venga a mí tu Reino, Señor;
al agradecer la vida,
venga a mí tu Reino, Señor;
en la faena del trabajo,
venga a mí tu Reino, Señor;
con el pan de cada día,
venga a mí tu Reino, Señor;
en los triunfos y alegrías,
venga a mí tu Reino, Señor;
en las dificultades y pruebas,
venga a mí tu Reino, Señor;
también en las tentaciones,
venga a mí tu Reino, Señor;
que cuando tenga caídas,
venga a mí tu Reino, Señor;
al terminar cada día,
venga a mí tu Reino, Señor;
y que al final de mi vida
venga a mí tu Reino, Señor.
Amén.
4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).
5. Acción
A la alegría,
por saber que Jesús
ha hecho presente y realidad
el Reino entre nosotros,
y ha luchar por no perderme
su compañía en los Cielos,
estoy invitado en este día;
es mi acción desde hoy,
con tu ayuda, Señor.
Amén.
por saber que Jesús
ha hecho presente y realidad
el Reino entre nosotros,
y ha luchar por no perderme
su compañía en los Cielos,
estoy invitado en este día;
es mi acción desde hoy,
con tu ayuda, Señor.
Amén.