Lectura orante del Evangelio del Viernes de la Semana 11 del Tiempo Ordinario: Mateo 6,19-23


Tu Espíritu Santo, Señor, necesitamos ahora que vamos a orar con tu Santa Palabra para que nuestras mentes puedan captar el contenido del mensaje que en este día nos haces llegar con tu Evangelio; y para que nuestros corazones lo acojan con gran entusiasmo, dispuestos a convertirlo en obra en nuestra vida. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Mateo 6,19-23: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!».

b) Contexto histórico y cultural

Siguen las enseñanzas de Jesús dirigida a sus seguidores en el contexto del Sermón de la Montaña. En su inmensa mayoría, la audiencia está constituida por pobres, aquellos que no tienen tesoro en la tierra, pero a quienes ya ha llamado dichosos, cuando son pobres de espíritu, es decir, que reconocen que la mayor riqueza sólo se obtiene al lado de Dios.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Tesoro del cielo

La inestimable valía
de ese tesoro del cielo,
que no se pudre ni roba
ni se valora en dinero,
tiene que ser mi objetivo,
Señor, aunque hoy esté lejos;
fue instrucción de catequistas,
consejo de los abuelos,
insistencia de mis padres,
y, de mi interior, anhelo,
guiados por tu Espíritu.
Aún estoy en el suelo,
a veces en vía contraria;
yo solo, hallarlo, no puedo,
pues el oropel me engaña,
pero con tu auxilio llego.

Amén.

3. Oración

Luz

Más que el de una bombilla,
sea el resplandor de mi luz;
que sea como el de Jesús,
que más que el sol siempre brilla;
no baste una lamparilla
pues mucha es la obscuridad.
Dame, Señor, claridad,
convirtiéndome en espejo
que refleje tu verdad.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A esforzarme por la vida eterna,
a convertirla en mi verdadero tesoro y luchar por ella,
proyectando siempre la luz de Cristo,
estoy invitado hoy;
esa es mi acción, con la ayuda de Dios.
Amén.