1. Lectura
a) Texto del día
Mateo 11,25-30 (Ciclo A): En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
Juan 19,31-37 (Ciclo B): En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado —porque aquel sábado era muy solemne— rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con Él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: ‘No se le quebrará hueso alguno’. Y también otra Escritura dice: ‘Mirarán al que traspasaron’.
Lucas 15,3-7 (Ciclo C): En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a los fariseos y maestros de la Ley: «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, contento, la pone sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión».
Mateo 11,25-30 (Ciclo A): En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
Juan 19,31-37 (Ciclo B): En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado —porque aquel sábado era muy solemne— rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con Él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: ‘No se le quebrará hueso alguno’. Y también otra Escritura dice: ‘Mirarán al que traspasaron’.
Lucas 15,3-7 (Ciclo C): En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a los fariseos y maestros de la Ley: «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, contento, la pone sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión».
b) Contexto histórico y cultural
Los textos de los tres ciclos expresan el amor infinito de Dios por su creatura, el ser humano, que se manifiesta en la acción salvífica de Cristo Jesús; en el Ciclo A, en el Evangelio según San Mateo, mediante la revelación del misterio de Jesús a los marginados, los pobres, los desvalidos, que son el objeto primario del anuncio evangélico, a quienes llama a acudir a Él para ser confortados; en en Ciclo B, en el Evangelio según San Juan, del corazón traspasado de Cristo brotan sangre y agua como un manantial de amor para la salvación del mundo; en tanto que en el Ciclo C, el Evangelio de San Lucas narra la parábola de la oveja perdida, que muestra el amor misericordioso que procura la salvación de los pecadores.
2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)
¡Cuánto me amas, Señor!
¡Cuánto me amas, Señor!; ¡oh, Jesucristo!;
inmenso es tu cariño, bien cuantioso,
conmigo, detallista y cuidadoso,
que ya sin ese amor, Señor, no existo.
Ay de mi, si me alejo de ese amor;
pues finalizaría este gozo,
del que eres un inagotable pozo;
del amor de Dios, Tú, el proveedor.
¡Cuánto me amas, Señor!; ¡oh, Jesucristo!;
inmenso es tu cariño, bien cuantioso,
conmigo, detallista y cuidadoso,
que ya sin ese amor, Señor, no existo.
Ay de mi, si me alejo de ese amor;
pues finalizaría este gozo,
del que eres un inagotable pozo;
del amor de Dios, Tú, el proveedor.
3. Oración
¡Sagrado Corazón de Jesús!
¡Sagrado Corazón de Jesús!,
dulce expresión de amor infinito
que mana del costado de Cristo,
hoy dame un baño de tu virtud
como consuelo de mi inquietud,
para sentir tu afecto bendito
y hacerlo parte de mis instintos,
a ver si logro amar como Tú.
Amén.
¡Sagrado Corazón de Jesús!,
dulce expresión de amor infinito
que mana del costado de Cristo,
hoy dame un baño de tu virtud
como consuelo de mi inquietud,
para sentir tu afecto bendito
y hacerlo parte de mis instintos,
a ver si logro amar como Tú.
Amén.
4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).
5. Acción
A sentirme amado por Dios,
en Cristo, por el amor que mana de su Corazón,
y a que yo manifieste ese amor a los demas,
se me invita en este día especial del Sagrado Corazón de Jesús;
esa es mi acción, con la ayuda de Dios.
Amén.
en Cristo, por el amor que mana de su Corazón,
y a que yo manifieste ese amor a los demas,
se me invita en este día especial del Sagrado Corazón de Jesús;
esa es mi acción, con la ayuda de Dios.
Amén.