Lectura orante del Evangelio del Martes de la Semana 3 de Pascua: Juan 6,30-35


Tiempo de oración

Tiempo de oración,
danos tu efusión
Espíritu de Dios;
necesitamos de tu acción,
ilumínanos, Señor,
para conocer la intención
de nuestro Padre Dios
en la Palabra de hoy;
y que nuestro corazón,
con sincera conversión
la asuma en su interior
y la viva con amor.

Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Juan 6,30-35: En aquel tiempo, la gente dijo a Jesús: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».

b) Contexto histórico y cultural

Continúa, Jesús, con el discurso del Pan de Vida que dirige a la multitud que, luego del signo de la multiplicación de los panes, le ha buscado y encontrado en la otra orilla del lago, específicamente en Cafarnaúm, con lo que intenta explicar el verdadero significado de la señal que tanto ha impresionado.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Contigo no existirá el hambre

Contigo no existirá el hambre,
tampoco padeceremos sed;
a todos habrás de proveer
satisfaciendo necesidades;

pero no sólo las materiales
provistas por medio de Moisés,
también alimentando la fe
con los sustentos espirituales.

Como Pan te ha enviado tu Padre
para que te podamos comer;
manjar celestial, que es menester
para aquel que procura salvarse.

Amén.

3. Oración

Señor, danos siempre de ese Pan,
de ti, que eres el Pan vivo bajado del cielo;
del pan de tu Palabra,
de tu Cuerpo y de tu Sangre;
de tu protección, tu cuidado, tu aliento y de tu paz.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Acudir a Jesús,
a su Palabra,
a su Cuerpo y su Sangre;
a creer en Él,
estamos invitados hoy;
yo acepto esa invitación.
Amén.