Lectura orante del Evangelio del Miércoles de la Semana 1 de Cuaresma: Lucas 11,29-32


Pedimos, Señor, en este momento de oración con tu Palabra, que tu Santo Espíritu no asista para el correcto entendimiento del mensaje que nos traes, y para ser animados a vivirlo en nuestra cotidianidad. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 11,29-32: En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, Jesús comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».

b) Contexto histórico y cultural

Este pasaje de desarrolla en un ambiente hostil, donde a Jesús, luego de un exorcismo, acaban de acusarle de expulsar demonios con el poder del "príncipe de los demonios"; es entonces que, en adición para ponerlo a prueba, otros le exigen que manifieste un signo que venga del cielo.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

La señal

Tú eres, Señor, la señal
que del cielo el Padre ha enviado;
al Hijo, aquel que ha bajado,
pedirle un signo es tentar.

¿Qué más señal hay?: amar
a quien no le eres agrado
y que, aun estando en pecado,
Tú lo viniste a salvar;

y la señal especial:
tu cruz, sacrificio santo
con que hemos sido amados,
señal de amor y bondad.

3. Oración

Señor Jesús,
reconocemos tu grandeza y tu divinidad,
no se nos ha dado en la tierra
otro nombre por el que podamos ser salvados;
tú eres el Hijo de Dios,
bajado del cielo,
la señal que nos conduce al Padre.
Que siempre estemos dispuestos a seguirte.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Reconocer a Jesús,
como nuestro salvador, Señor y Mesías,
el camino al Padre,
tiene que ser nuestra acción de siempre.
Amén.