Lectura orante del Evangelio del Miércoles de la Semana 7 del Tiempo Ordinario: Marcos 9,38-40


Danos tu Santo Espíritu, Señor, en este instante que dedicaremos a orar con tu santa Palabra, para que nos conduzca al pleno conocimiento del mensaje que quieres transmitirnos y que nos anime a convertirlo en acción eficaz en la vida de cada uno de nosotros. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Marcos 9,38-40: En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros». Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros».

b) Contexto histórico y cultural

No obstante las extensas sesiones de entrenamiento por convivencia en los casi tres años que llevan juntos, aun persiste el escaso entendimiento de los discípulos respecto a la labor mesiánica de Jesús; los celos exclusivistas les llevan a actitudes sectarias como la que es narrada en el pasaje evangélico de hoy.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

El "nosotros" de Cristo es sin candado

El "nosotros" de Cristo es sin candado;
es como casa que no cierra puerta
y de par en par la mantiene abierta
para quien se arrepiente del pecado.

Y si, alguien lo pone, queriéndose aislado,
muy pronto, Jesús, la llave le inserta,
quedando otra vez la entrada reabierta,
y, censurado, por Él, el cismado.

Porque Él no desea un grupo cerrado,
ni que la Iglesia se convierta en muerta,
tampoco quiere su casa desierta
ni que quien entre se vaya ahuyentado.

Sin excepción, todo el mundo es llamado,
porque la redención es una oferta
de Dios, que con su hijo nos liberta
y, quien la acepta, no es condenado.

Amén.

3. Oración

Señor, te pido un corazón abierto
para acoger a todos aquellos que te procuran
y que quieren trabajar por tu Reino;
ayúdame a procurar la unidad en la diversidad,
entendiendo que tú quieres un sólo rebaño,
ya que tú eres el único Pastor.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A respetar a aquellos que trabajan por Cristo,
aunque no sean parte del grupo o pastoral en que trabajo,
estoy llamado en este día;
también a orar por la unidad
de todos los cristianos.
Amén.