1. Lectura
a) Texto del día
Marcos 8,22-26: En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican que le toque. Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntaba: «¿Ves algo?». Él, alzando la vista, dijo: «Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan». Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y quedó curado, de suerte que veía claramente todas las cosas. Y le envió a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo».
Marcos 8,22-26: En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican que le toque. Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntaba: «¿Ves algo?». Él, alzando la vista, dijo: «Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan». Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y quedó curado, de suerte que veía claramente todas las cosas. Y le envió a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo».
b) Contexto histórico y cultural
Luego de la multiplicación de los panes y del acoso a que fue sometido por parte de los fariseos, Jesús se ha retirado con sus discípulos y ha llegado a la ciudad de Betsaida, lugar de donde eran nativos varios del grupo de seguidores cercanos de Jesús.
2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)
Sáname con tu ensalivado fuego
Actúa en mí, Señor, porque no veo,
y no son los ojos a ser sanados;
porque, de tu obra, estando rodeado,
mi comportamiento no dice: ¡creo!
Parece que yo soy como aquel ciego
o, peor aún, como tus compueblanos,
que, viendo todo lo que hacían tus manos,
no eran capaces de entender tus hechos.
Hoy, como una enfermedad de este tiempo,
más que ciegos, parecemos cegados;
pues, aunque el ciego aquel veía el árbol,
no distinguimos nosotros los leños.
Dame vista para ver los maderos
con los cuales, me salvaste, cruzados;
y, de este mal con que me he contagiado,
sáname con tu ensalivado fuego.
Amén.
Actúa en mí, Señor, porque no veo,
y no son los ojos a ser sanados;
porque, de tu obra, estando rodeado,
mi comportamiento no dice: ¡creo!
Parece que yo soy como aquel ciego
o, peor aún, como tus compueblanos,
que, viendo todo lo que hacían tus manos,
no eran capaces de entender tus hechos.
Hoy, como una enfermedad de este tiempo,
más que ciegos, parecemos cegados;
pues, aunque el ciego aquel veía el árbol,
no distinguimos nosotros los leños.
Dame vista para ver los maderos
con los cuales, me salvaste, cruzados;
y, de este mal con que me he contagiado,
sáname con tu ensalivado fuego.
Amén.
3. Oración
Esclarece hoy mi vista
Esclarece hoy mi vista,
Señor; ayúdame a ver;
y que con todo mi ser,
en verte, siempre yo insista.
Amén.
Esclarece hoy mi vista,
Señor; ayúdame a ver;
y que con todo mi ser,
en verte, siempre yo insista.
Amén.
4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).
5. Acción
A verte actuando
permanentemente en mi
estoy invitando en este día;
esa es la acción de hoy,
y tratar que así sea siempre, Señor.
Amén.
permanentemente en mi
estoy invitando en este día;
esa es la acción de hoy,
y tratar que así sea siempre, Señor.
Amén.