Lectura orante del Evangelio del Miércoles de la Semana 2 del Tiempo Ordinario: Marcos 3,1-6


Señor Jesús, Palabra encarnada, Dios que habría de venir, pedimos en este día que ilumines nuestra mente y nuestro corazón, con la luz tu Santo Espíritu para interpretar adecuadamente el mensaje que hoy nos traes, para que nuestra oración sea de tu agrado y nos conduzca a vivir rectamente. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Marcos 3,1-6: En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?». Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle.

b) Contexto histórico y cultural

Lo que en principio era una "observación" rutinaria y preventiva a Jesús, de parte de los fariseos, se ha tornado ya un acoso: "estaban al acecho"; hasta ahora el principal conflicto es respecto al descanso del sábado, pero también les disgusta que su popularidad continúa en aumento, lo cual puede acarrear que otros también violen la ley mosaica respecto a este punto que, hasta entonces, era acatado unánimemente por el pueblo. Algo hay que hacer, piensan; el asesinato no está excluido del menú de opciones.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Tienes pena del sufrido

Tienes pena del sufrido
y sus penas calmarás
pues te afligen a ti mismo:
todos, vienes a sanar.

A nosotros has venido,
impedir, nadie podrá,
que te acerques como amigo
y tu bondad vengas a dar.

Para otros soy tullido,
un deforme y nada más
que, visto como mendigo,
me han querido despreciar;

para ti: de Dios, otro hijo,
a quien Tú pides amar
como un hermano querido
que necesitado está.

Amén.

3. Oración

Te pido, Señor,
un corazón que ame
y se compadezca de los que sufren;
que mire y encuentre a esos dolidos
que nos rodean y que con frecuencia ignoro;
que amándolos a ellos,
te ame a ti.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Encontrar y atender
a los sufridos de mi entorno
es mi compromiso hoy;
no ignorarlos nunca,
será mi objetivo siempre.
Amén.