Hoy estamos invitados a alegrarnos por la llegada inminente de nuestro Redentor; y estamos llamados a compartir esta alegría con los demás, dando conforto y esperanza a los pobres, a los enfermos, a las personas solas e infelices. Que la Virgen María, la «sierva del Señor», nos ayude a escuchar la voz de Dios en la oración y a servirle con compasión en los hermanos, para llegar preparados a la cita con la Navidad, preparando nuestro corazón para acoger a Jesús.