Lectura orante del Evangelio del Lunes de la Semana 1 de Adviento: Mateo 8,5-11


Oh Dios, que nos prometiste a tu Hijo para la salvación del mundo, en este momento invocamos tu Santo Espíritu para que nos asista en nuestra lectura orante de hoy y así podamos introducirnos en tu Palabra y vivir mediante ella. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Mateo 8,5-11: En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: "Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho." Jesús le contestó: "Voy yo a curarlo." Pero el centurión le replicó: "Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace." Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos."

b) Contexto histórico y cultural

La Palestina de los tiempos de Jesús estaba gobernada por los romanos, el imperio dominante de entonces; los judíos, como nacionalistas extremos, consideraban a los romanos como fuera de la gracia otorgada por Dios al pueblo escogido, llamándoles gentiles y considerándoles paganos; un judío no entraba en la casa de ningún pagano, mucho menos en la de un romano, que era además un invasor de su tierra. Jesús, no obstante, se muestra dispuesto a ayudar, aunque esto implique violar alguna regla de juego de entonces. El centurión, conocedor de las reglas del judaísmo, le indica al Señor que no es necesario entre en su casa, ya que tiene la certeza de que su siervo sanará, si así Jesús lo ordena. El Señor admira y elogia la fe de este hombre.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

A mi casa te invito

A mi casa te invito
pero aseada no está;
como yo no soy digno,
pensé: "Él no entrará".

No es el polvo en el piso
ni empañado el cristal;
es que hoy he sentido
en mí la suciedad.

De pronto has venido
y ya a la puerta estás;
Tú quieres ser mi amigo
sabiendo mi maldad.

Señor, no entres, -te digo-,
pues no te agradará.
Pero ya Tú me has dicho
que el alma limpiar,
del ser arrepentido,
muy alegre lo harás.

Amén.

3. Oración

Te doy gracias, Señor,
porque a pesar de mi escasa fe
me fortaleces y no dejas de amarme;
te pido que me ayudes a mantenerme en el camino hacía ti,
que me auxilies en mis caídas,
y que tu corrección amorosa
me instruya en cuanto sea necesario.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Creer, y pedir más fe,
confiando en el Señor
es mi compromiso hoy.
Dar soporte a los que están alejados de Dios
y a aquellos de fe debilitada y escasa,
será mi objetivo a partir de ahora.
Amén.