Estamos, Señor, gustosamente en tu mano llagada.
Apriétanos fuerte!, estrújanos!,
que perdamos toda la miseria terrena!,
que nos purifiquemos, que nos encendamos,
que nos sintamos empapados en tu Sangre!
Y luego, lánzanos lejos!,
lejos, con hambres de mies,
a una siembra cada día más fecunda,
por Amor a Ti.