Escúchame Señor, que yo te llamo
y te pido que nunca me abandones.
Que me tengas piedad, que me perdones,
es el supremo bien que yo proclamo.
Vive mi alma en un tortuoso tramo
en que las dudas y vacilaciones
asaltan sin cesar los corazones.
Todo tu amor y tu piedad reclamo.
Cristo Jesús, bien sabes que te quiero,
que, hincado de rodillas, sólo espero
tu llamada, tu ayuda y tu perdón.
Si, mi Señor, yo tu bondad requiero,
acógeme en tus brazos todo entero,.
Te entrego el alma y todo el corazón.