Danos, Señor, la abundancia de tu Espíritu Santo en este momento de oración leyendo tu Santa Palabra, para percibir el correcto sentido del mensaje que hoy nos comunicas con tu Evangelio, recibirlo en nuestro corazón con disposición de cambio y conversión, y convertirlo en obra en la vida de cada uno de nosotros. Amén.
1. Lectura
a) Texto del día
Marcos 11,11-25: En aquel tiempo, después de que la gente lo había aclamado, Jesús entró en Jerusalén, en el Templo. Y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.
Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre. Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!». Y sus discípulos oían esto.
Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba, diciéndoles: «¿No está escrito: ‘Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes?’.¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!». Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina. Y al atardecer, salía fuera de la ciudad.
Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. Pedro, recordándolo, le dice: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca». Jesús les respondió: «Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: ‘Quítate y arrójate al mar’ y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis. Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas».
Marcos 11,11-25: En aquel tiempo, después de que la gente lo había aclamado, Jesús entró en Jerusalén, en el Templo. Y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.
Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre. Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!». Y sus discípulos oían esto.
Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba, diciéndoles: «¿No está escrito: ‘Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes?’.¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!». Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina. Y al atardecer, salía fuera de la ciudad.
Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. Pedro, recordándolo, le dice: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca». Jesús les respondió: «Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: ‘Quítate y arrójate al mar’ y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis. Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas».
b) Contexto histórico y cultural
En el patio del Templo se habían instalado puestos de ventas de animales de sacrificio para ofrendas, como ganado menor y pichones de tórtolas o palomas; así como cambistas para el trueque de monedas griegas y romanas por monedas judías; son estos los que el Señor reprende en esta "expulsión" de los mercaderes.
2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)
Admirable esa ira santa
Admirable tu ira santa:
¡no profanen esta casa,
no la usen de covacha,
ni de albergue de una banda!
Cuando a tu hora se avanza,
no te importa si te matan
y derriban a la plaza,
pues sólo tres días tardas
en reconstruir tu casa,
la morada sacrosanta.
Admirable tu ira santa:
¡no profanen esta casa,
no la usen de covacha,
ni de albergue de una banda!
Cuando a tu hora se avanza,
no te importa si te matan
y derriban a la plaza,
pues sólo tres días tardas
en reconstruir tu casa,
la morada sacrosanta.
3. Oración
El respeto a su casa
El respeto a su casa,
que Él ha hecho mía,
Jesucristo pedía
y hoy me lo recalca.
¡Ven acá y restaura!
dijo a san Francisco;
y hoy me dice lo mismo:
¡ven cuídala sin pausa!
Amén.
El respeto a su casa,
que Él ha hecho mía,
Jesucristo pedía
y hoy me lo recalca.
¡Ven acá y restaura!
dijo a san Francisco;
y hoy me dice lo mismo:
¡ven cuídala sin pausa!
Amén.
4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).
5. Acción
Al respeto de la Casa de Dios,
de los lugares usados para el culto santo,
se me invita en este día;
esa es mi acción, con tu ayuda, Señor.
Amén.
de los lugares usados para el culto santo,
se me invita en este día;
esa es mi acción, con tu ayuda, Señor.
Amén.