Busca a Dios en el fondo de tu corazón limpio, puro;
en el fondo de tu alma cuando le eres fiel,
y no pierdas nunca esa intimidad!
Y, si alguna vez no sabes cómo hablarle, ni qué decir,
o no te atreves a buscar a Jesús dentro de ti,
acude a María, "tota pulchra" -toda pura, maravillosa-,
para confiarle:
Señora, Madre nuestra, el Señor ha querido que fueras tú,
con tus manos, quien cuidara a Dios:
enséñame -enséñanos a todos-
¡a tratar a tu Hijo!