Ante una disparidad de criterios en un grupo de fieles católicos, se me ha preguntado acerca del momento exacto de ponerse de pie en la Liturgia Eucarística de la Misa, antes de la consagración.
Como la uniformidad en la postura es signo de comunión en el misterio que se celebra, aprovecho la ocasión para reproducir lo que dice un documento sobre los gestos y posturas corporales en la Misa, no sólo en esa parte del rito, sino durante la celebración completa, cuyo texto considero de interés para todos.
En la Instrucción General del Misal Romano, que es el documento que pauta este tipo de asunto, en los numerales 42 al 44 se establece lo siguiente:
Gestos y posturas
42. Los gestos y las posturas corporales tanto del sacerdote, del diácono y de los ministros, como del pueblo, deben tender a que toda la celebración resplandezca con dignidad y noble sencillez, que se comprenda el verdadero y pleno significado de cada una de sus partes y que favorezca la participación de todos. Por lo tanto se prestará mayor atención a todo lo determinado por esta Instrucción general y recibido de la praxis del Rito romano, que lleve al bien común espiritual del pueblo de Dios, antes que cualquier inclinación personal o arbitraria. La uniformidad de las posturas observada por todos los participantes es signo de la unidad de los miembros de la comunidad cristiana congregados para la sagrada Liturgia: pues expresa y fomenta la comunión de espíritu y sentimientos de los participantes.
43. Los fieles permanecen de pie desde el comienzo del canto de entrada, o mientras el sacerdote se acerca al altar, hasta la oración colecta inclusive; durante el canto del Aleluia antes del Evangelio, durante la proclamación del Evangelio, durante la profesión de fe y la oración universal; también desde la invitación Oren hermanos antes de la oración sobre las ofrendas hasta el fin de la Misa, excepto en los momentos que se indican más abajo. Estarán sentados mientras se proclaman las lecturas antes del Evangelio y el salmo responsorial; durante la homilía y mientras se preparan las ofrendas para el ofertorio; y, según las circunstancias, durante el momento de silencio sagrado después de la Comunión. Pero han de arrodillarse, a no ser que lo impida un motivo de salud o la falta de espacio o el gran número de los asistentes u otras causas razonables, durante la consagración. Los que no se arrodillan para la consagración harán una inclinación profunda cuando el sacerdote se arrodilla después de la consagración. Compete sin embargo a las Conferencias Episcopales adaptar, según la norma del derecho, los gestos y las posturas mencionadas en el Ordo Missae, a la índole y a las tradiciones razonables de los pueblos. Pero cuídese que las adaptaciones respondan al sentido e índole de cada una de las partes de la celebración. Donde se acostumbra que el pueblo permanezca de rodillas desde que termina el Santo hasta el fin de la Plegaria eucarística, y también antes de la Comunión cuando el sacerdote dice Este es el Cordero de Dios manténgase loablemente. Para lograr esta uniformidad en gestos y posturas durante una misma celebración, obedezcan los fieles a las moniciones que hacen los diáconos, o el ministro laico o el sacerdote, conforme a lo establecido en el Misal.
44. Entre los gestos se incluyen también las acciones y procesiones, como cuando el sacerdote con el diácono, y los ministros, se acercan al altar; cuando el diácono antes de la proclamación del Evangelio lleva al ambón el Evangeliario o Libro de los Evangelios; cuando los fieles llevan las ofrendas y se acercan a la Comunión. Conviene que estas acciones y procesiones se realicen decorosamente, acompañadas con los cantos correspondientes, según las normas establecidas para cada caso.
En base al texto citado, la respuesta a la pregunta es cuestión es: los fieles deben poderse de pie desde la invitación "Oren hermanos..." antes de la oración sobre las ofrendas.