(De "Sobre la acusación de sí mismo" del Cardenal Jorge Mario Bergoglio)
El espíritu de unidad eclesial se ve dañado por la murmuración. San Agustín describía así esta realidad: “Hay hombres que juzgan temerariamente, que son detractores, chismosos, murmuradores, que se empeñan en sospechar lo que no ven, que se empeñan en pregonar incluso lo que ni sospechan” (Sermón 47).
La murmuración nos lleva a concentrarnos en las faltas y defectos de los demás; de esta manera creemos sentirnos mejores. La oración del publicano en el Templo ilustra esta realidad y Jesús ya nos había advertido sobre el mirar la paja en el ojo ajeno ignorando la viga que tenemos en el propio.