tenga nave que surque tu pureza.
Procuraré, Señor, que mi tristeza
mude, con tu Mirada, en alegría.
Procuraré que el sueño que tenía
-centinela de ronda en mi cabeza- quiera
apostar mi fe por tu grandeza
soñando como yo te soñaría.
Toda mi fe la tengo como un vuelo
contenido en el hueco de la mano,
con la que acaso pida merecerte.
Mi sangre derramada por el suelo,
de su sueño quizá pueda temprano
despertar en tu Seno con la muerte.