lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte:
creo que estás presente en el sacramento del altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho,
y especialmente por haberte dado tu mismo en este sacramento,
por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en esta iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines:
el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio;
en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento;
y finalmente, deseando adorarte con esta visita
en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.
en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.