y bajando del Cielo
envía a nuestras almas el consuelo
de un rayo de tu luz.
El orbe exprime en lágrimas su llanto;
cúbrenos con tu manto
y que el santo madero de la Cruz
nos redima de culpas y pecados.
Que tus lenguas de fuego
inunden con su amor los corazones.
Hay hombres desalmados
de un terrorismo ciego.
Infúndeles tus santas bendiciones.
Envíanos tu Espíritu divino,
guía nuestro destino
y que a tu invocación
señales a este mundo su destino,
su eterna salvación.