(Del poeta guatemalteco Rafael Arévalo Martínez (1984-1975))
Tengo miedo, miedo a no sé qué, el miedo de una visión confusa.
Un miedo que desconocen los buenos.
Señor, mi miedo mismo de mi crimen me acusa:
si no fuera tan vil te amaría más y te temería menos.
Señor, perdón; no te he amado, pero te he temido;
no pude acogerme a tu misericordia, pero a tu justicia me he acogido.
Señor, para mi amor al arte, perdón.
Perdona que en este mismo instante rime mi petición.
Perdón para mi vanidad;
perdón porque no soy puro ni sencillo,
Señor, pero me humillo
y reconozco mi maldad.