no, no quiero luego,
para verte aún más,
una luz sin sombras,
una luz total.
Me basta con esta
dulce claridad
con que te revelas
en el mundo ya.
Entre luz y sombra
te evidencias más.
Amo tu sombría
y humana mitad.
Te quiero en lo oscuro.
Así, tu verdad
es más honda y buena
que de par en par.
Más íntima. Te amo
en la soledad
de mi pecho vivo,
en mi sangre estás,
por mis venas corres
ciego de ebriedad.
Dios en mis entrañas,
qué interioridad
plena de luz sorda.
Canta, canta ya,
corazón, que eres
vagamente igual
a un pájaro, ebrio
por la luz solar.
No sé si en el cielo
que nos has de dar
no habrá ya misterio,
si al fin te verán
los ojos mortales
todo luz y paz.
Mas yo te prefiero
así, así sin más,
razón de mi entraña,
raíz de mi mal,
todo sombra y sueño,
nocturna verdad.
¡Ciégame del todo
en la eternidad!