puesto que Él no habla sino el lenguaje de la paz,
que sólo puede ser oído y comprendido por aquellos que gozan de paz en su propio corazón.
Mientras estáis en la turbación habláis otro lenguaje que Él,
y no entendéis el Suyo y, si puedo así decirlo,
Él tampoco entiende el vuestro:
sois para Dios como un extranjero que Él no conoce,
y un bárbaro al que no entiende.
Si queréis uniros a Él por medio de la Santa Comunión,
preparad a este Rey pacífico una morada de paz.
Pues es en el retiro interior y en el silencio del alma donde quiere que gocéis de Él.