En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta.
Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces tomó la palabra y dijo a Jesús:
-Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
-Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y tocándolos les dijo:
-Levantaos, no temáis.
Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
-No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
REFLEXIÓN (de los Sermones de San Agustín):
Al leer el santo Evangelio hemos escuchado la gran visión que tuvo lugar en la montaña, cuando Jesús se transfiguró ante tres de sus discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Su rostro resplandeció como el sol significa el resplandor del Evangelio.
Sus vestidos se volvieron blancos como la nieve significa la purificación de la Iglesia, a la que se referían estas palabras del profeta: Y aunque vuestros pecados fueran como escarlata, los haré blancos como la nieve.
Elías y Moisés coloquiaban con él, porque la gracia del Evangelio tiene el testimonio de la ley y los profetas. La ley, en Moisés, y los profetas, en Elías, para decirlo en pocas palabras. Están presentes los beneficios de Dios realizados mediante el santo mártir y van a ser leídos. Escuchemos.
Plugó a Pedro hacer tres tiendas, una para Moisés, otra para Elías y otra para Cristo. Le deleitaba la soledad del monte y sufría el tedio del tumulto de las cosas humanas. Mas ¿por qué buscaba tres tiendas sino porque no conocía todavía la unidad entre la ley, la profecía y el Evangelio?
Inmediatamente le corrigió la nube. Hablando estas cosas, dice, una nube esplendente los cubrió. Ved que la nube hizo una sola tienda; ¿por qué buscabas tres? Y una voz desde la nube: «Este es mi hijo amado, en quien me he complacido; escuchadle».
Habla Moisés, pero escuchadle a él. Habla Elías, pero escuchadle a él. Hablan los profetas, habla la ley, pero escuchadle a él, voz de la ley y lengua de los profetas. El habla en ellos; él se apareció personalmente cuando lo tuvo a bien. Escuchadle a él, escuchémosle.
Pensad que cuando hablaba el Evangelio era como si hablase la nube. De allí nos llegó la voz. Escuchémosle; hagamos lo que nos manda y esperemos lo que nos prometió.
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Sus vestidos se volvieron blancos como la nieve significa la purificación de la Iglesia, a la que se referían estas palabras del profeta: Y aunque vuestros pecados fueran como escarlata, los haré blancos como la nieve.
Elías y Moisés coloquiaban con él, porque la gracia del Evangelio tiene el testimonio de la ley y los profetas. La ley, en Moisés, y los profetas, en Elías, para decirlo en pocas palabras. Están presentes los beneficios de Dios realizados mediante el santo mártir y van a ser leídos. Escuchemos.
Plugó a Pedro hacer tres tiendas, una para Moisés, otra para Elías y otra para Cristo. Le deleitaba la soledad del monte y sufría el tedio del tumulto de las cosas humanas. Mas ¿por qué buscaba tres tiendas sino porque no conocía todavía la unidad entre la ley, la profecía y el Evangelio?
Inmediatamente le corrigió la nube. Hablando estas cosas, dice, una nube esplendente los cubrió. Ved que la nube hizo una sola tienda; ¿por qué buscabas tres? Y una voz desde la nube: «Este es mi hijo amado, en quien me he complacido; escuchadle».
Habla Moisés, pero escuchadle a él. Habla Elías, pero escuchadle a él. Hablan los profetas, habla la ley, pero escuchadle a él, voz de la ley y lengua de los profetas. El habla en ellos; él se apareció personalmente cuando lo tuvo a bien. Escuchadle a él, escuchémosle.
Pensad que cuando hablaba el Evangelio era como si hablase la nube. De allí nos llegó la voz. Escuchémosle; hagamos lo que nos manda y esperemos lo que nos prometió.
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