Ya no sé qué decirte, Señor: lo he dicho todo;
Mis lamentos se apagan en el labio callado,
No doy con la manera, ni acierto con el modo
De dirigirme a ti como en tiempo pasado.
No puedo ni rezar, las palabras no encuentro
De aquellas viejas preces de los años de infancia;
Me ahoga como un algo que se enraíza adentro
Y me torna impotente para expresar mi ansia.
Mas se opera el prodigio: sin rezo ni plegaria
Me dirijo al Señor lo más sencillamente.
Le cuento que estoy triste, que estoy sola le digo,
Que no tengo en la vida la fuerza necesaria
Y Le oigo a mi lado contestar dulcemente:
—Con sólo el corazón se conversa Conmigo!