Ardía en fervor, que le penetraba hasta la médula,
para con el sacramento del cuerpo del Señor,
admirando locamente su cara condescendencia
y su condescendiente caridad.
para con el sacramento del cuerpo del Señor,
admirando locamente su cara condescendencia
y su condescendiente caridad.
Juzgaba notable desprecio no oír cada día,
a lo menos, una misa, pudiendo oírla.
a lo menos, una misa, pudiendo oírla.
Comulgaba con frecuencia y con devoción tal,
como para infundirla también en los demás.
como para infundirla también en los demás.
Como tenía en gran reverencia lo que es digno de toda reverencia,
ofrecía el sacrificio de todos los miembros,
y al recibir al Cordero inmolado
inmolaba también el alma en el fuego que le ardía de continuo en el altar del corazón.
ofrecía el sacrificio de todos los miembros,
y al recibir al Cordero inmolado
inmolaba también el alma en el fuego que le ardía de continuo en el altar del corazón.