(De "Carta a los Amigos de la Cruz" de san Luis María Grignon de Montfort)
Como un gran rey en lo alto de una torre, mira en el combate a su soldado, complacido y alabando su valor.
¿Qué mira Dios sobre la tierra? ¿A los reyes y emperadores en sus tronos? Con frecuencia no los mira sino con desprecio.
¿Mira las grandes victorias de los ejércitos del Estado, las piedras preciosas, en una palabra, las cosas que los hombres consideran más grandes? Lo que es más estimable a los ojos de los hombres es abominable ante Dios (Lc 16,15).
¿Qué mira Dios sobre la tierra? ¿A los reyes y emperadores en sus tronos? Con frecuencia no los mira sino con desprecio.
¿Mira las grandes victorias de los ejércitos del Estado, las piedras preciosas, en una palabra, las cosas que los hombres consideran más grandes? Lo que es más estimable a los ojos de los hombres es abominable ante Dios (Lc 16,15).
¿Qué es, pues, lo que mira con placer y gozo, y de qué pide noticias a los ángeles y a los mismos demonios?
Dios mira al hombre que por Él lucha contra la fortuna, el mundo, el infierno, y contra sí mismo, al hombre que lleva con alegría su cruz.
¿No has visto sobre la tierra una maravilla inmensa, que todo el cielo contempla con admiración? Dice el Señor a Satanás: ¿no te has fijado en mi siervo Job, que sufre por mí? (Job 2,3).
Dios mira al hombre que por Él lucha contra la fortuna, el mundo, el infierno, y contra sí mismo, al hombre que lleva con alegría su cruz.
¿No has visto sobre la tierra una maravilla inmensa, que todo el cielo contempla con admiración? Dice el Señor a Satanás: ¿no te has fijado en mi siervo Job, que sufre por mí? (Job 2,3).