Como quiera que toda nuestra perfección consiste en el ser conformes,
unidos y consagrados a Jesucristo,
la más perfecta de las devociones es,
sin duda alguna, la que nos conforma,
nos une y nos consagra lo más perfectamente posible a Jesucristo.
Ahora bien, siendo María, de todas las criaturas,
la más conforme a Jesucristo, se sigue que,
de todas las devociones, la que más consagra y conforma un alma a Jesucristo
es la devoción a María, su Santísima Madre,
y que cuanto más consagrada esté un alma a la Santísima Virgen,
tanto más lo estará a Jesucristo.