Oh Jesús, tendido sobre la cruz.
Te ruego, concédeme la gracia de cumplir fielmente con la santísima voluntad de Tu Padre,
en todas las cosas, siempre y en todo lugar.
Y cuando esta voluntad de Dios me parezca pesada y difícil de cumplir,
es entonces que Te ruego, Jesús, que de Tus heridas fluyan sobre mí fuerza y fortaleza
y que mis labios repitan: Hágase Tu voluntad, Señor.
Oh Salvador del mundo, Amante de la salvación humana,
tú que entre terribles tormentos y dolor,
Te olvidaste de Ti Mismo para pensar en la salvación de las almas,
compasivísimo Jesús, concédeme la gracia de olvidarme de mi mismo para que pueda vivir totalmente por las almas, ayudándote en la obra de salvación, según la santísima voluntad de Tu Padre.