Luego de su resurrección, Jesús encargó a sus discípulos:
"Vayan por todo el mundo y anuncien a todos este mensaje de salvación" (Marcos 16,15).
Más que un deseo o pedido esa expresión del Señor constituye un mandato; esa es, por tanto, la misión asignada a la entonces naciente Iglesia por su propio fundador. Es por eso que la Exhortación Apostólica Evangeli Nuntiandi, uno de los tantos frutos del Concilio Vaticano II, dice:
"La Iglesia existe para evangelizar".
Más recientemente y en la misma temática, entendiendo la importancia y los avances de las recientes tecnologías y de las nuevas vertientes comunicacionales que han transformado por completo la disponibilidad y la difusión de información en el mundo, los sucesivos Papas han instado a los ministros y fieles católicos a usar la web y los medios electrónicos en las labores de evangelización.
Todos esos llamados están obviamente dirigidos a cada uno de nosotros, ya que el llamado a la evangelización es a toda la Iglesia y a cada bautizado en particular, que de por sí ya ha adquirido por el sacramento del Bautismo la triple dimensión de Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey.
En lo personal, mientras estaba siendo instituido como diácono de la Iglesia, como parte del ritual sacramental de ordenación y arrodillado ante el obispo en su condición de representante de Cristo en la diócesis a la que he pertenecido (San Francisco de Macorís, República Dominicana), tuve la gracia de recibir directamente de las manos de ese sucesor de los apóstoles el libro de los Evangelios, junto con la siguiente instrucción verbal que simultáneamente me fue dada por él como mandato:
"Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido mensajero; convierte en fe viva lo que lees, y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello que has enseñado".
Por tanto, como mensajero del mensaje salvífico de Cristo, este medio de comunicación que hemos preparado para todos ustedes es una respuesta al mandato del Señor, al llamado de la Iglesia y al compromiso cristiano de anunciar el Evangelio de Jesús a todos los hombres y mujeres en todos los rincones de la tierra.
Sin embargo, entendiendo que esta humilde iniciativa no es más que una mínima contribución de un pecador como yo que ni siquiera es merecedor por propio mérito de la gracia de poder mencionar y acercarse a la Palabra de Dios, emprendemos esta misión contando no con nuestras capacidades sino más bien con la acción del Espíritu Santo que aviva y anima la Iglesia, que habita en cada bautizado, y que puede convertir nuestras débiles soplos en potentísimos vientos capaces de poner en movimiento y transformar al mundo entero.
Esta página constituye mis "cinco panes y dos peces" aportados a la propagación y crecimiento del Reino de Dios, que es la única manera de saciar el hambre de Dios que hay en el mundo, y que la humanidad trata erradamente de satisfacer con falsos dioses de índoles diversas. Sin embargo, estoy consciente de que por esta minúscula acción lo menos que podría hacer es ufanarme de haber realizado alguna proeza, ya que faltando tanto por hacer en cuanto a la evangelización, estoy convencido de ni siquiera haber emprendido lo que en realidad pude y debí haber hecho.
En cuanto al contenido de este sitio web, debajo del título del blog, la bienvenida lo describe:
"...temas provenientes de documentos de la Iglesia, de escritos de los santos, así como de autores clásicos y contemporáneos, donde también aparece algo de nuestra humilde autoría".Lo que significa que aquí podrán encontrar una abundante diversidad, que incluye desde tópicos esenciales que definen nuestra fe, hasta refrescantes poesías, pasando por espiritualidad, oración, homilías y muchos otros temas interesantes. Esto implica que en las publicaciones habrán de encontrar textos de nuestra propia composición (algunos comentarios a Evangelios, lecturas orantes de la Palabra de Dios y algunas composiciones poéticas que más bien llamo rimas salvíficas), sin embargo son los menos abundantes; también podrán encontrar material de autores diversos, indicándose siempre en las etiquetas, o en algún otro lugar de la publicación, el nombre del autor correspondiente.
El mensaje de la salvación es para todos sin excepción, en especial para los pobres de Dios, aquellos en quienes Jesús concentró su atención y acogida porque siempre han sido los marginados en todas las sociedades de todos los tiempos; lamentablemente esa condición de injusticia no ha variado gran cosa con el tiempo. Sin embargo, es principalmente a esos menesterosos a quienes tenemos que tener presentes cuando canalizamos el anuncio del mensaje que nos ha sido encomendado. Teniendo en cuenta ese aspecto, necesariamente tenemos que reconocer la necesidad que tienen los millones de personas que han sido marginadas tanto por la pobreza material como por la pobreza digital, que es una de sus consecuencias, de poder disfrutar para educarse y edificarse mediante la escucha y lectura de composiciones y textos a los que no tienen acceso normalmente.
Esta necesidad se convierte en derecho, y es de envergadura mayor, cuando el contenido cuyo acceso se pretende vedar es referente al tema de la salvación o de alguna manera conduce espiritualmente a Dios. Es un derecho merecido, dado que la carencia a que nos referimos es debida a los escasos recursos económicos de que pueden disponer esas personas por causa de las injusticias sociales que padecen. Ese derecho, por tanto, está por encima y es más importante que todas las legislaciones que pudiesen existir prohibiendo la difusión gratuita que no esté autorizada por los creadores de los textos.
No obstante los razonamientos anteriores, conscientes del valor de la propiedad intelectual y de los derechos de autor, la música católica que hemos incluido en el blog ha sido autorizada personalmente por cada artista. En cuanto a los libros de los que se han tomado segmentos o que se comparten en esta página, sólo los ofrecemos completos en descargas cuando por su contenido doctrinal pueden ser considerados como documentos de la Iglesia. Respecto a aquellas obras que podrían ser catalogadas como personales, únicamente compartimos en nuestra página algunos fragmentos consistentes en varios párrafos, que podrían llegar como mucho a unas pocas páginas, que expresen en su conjunto algún tema específico edificante en cuanto a la fe y espiritualidad cristiana, y que consideremos que constituye más bien una promoción tanto a la obra en particular cuyo segmento hayamos compartido, como a los propósitos fundamentales pretendidos en ella por el escritor. En todo caso, siempre citaremos el núcleo central de la fuente: obra y autor.
Nos resta exhortarles a que disfruten del blog; naveguen a profundidad en nuestras páginas, consultando, leyendo y descargando lo que deseen del amplio contenido disponible en este sitio: "Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente" (Mateo 10,8). Las diversas páginas del blog, cuyos accesos están en la parte superior debajo de la descripción y bienvenida, así como los enlaces a "Algunas etiquetas" y el buscador que hemos incorporado, pueden se de utilidad al procurar algún tema específico.
También les pedimos que participen de nuestro blog compartiéndolo con los demás, mediante sus sitios propios personales o por las redes sociales que están tan de moda en la actualidad; así estarán colaborando no con nosotros, sino en la labor de difusión del mensaje salvífico de la que pretendemos formar parte. De ese modo también ustedes estarán participando en este proyecto evangelizador con que respondemos al mandato que todos hemos recibido de parte de nuestro Salvador.
Finalmente les ruego que oren por la permanencia de este ministerio de evangelización, así como también por mí y por mi salvación. Por nuestra parte, oramos a Dios por ustedes: pedimos para que cada vez que visiten esta página alcancen la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, recibiendo ricas y abundantes bendiciones, en su vida, en su familia y en sus proyectos; eso lo pedimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.