¡Dulce es el Verbo de Dios!

(1 Pedro 2,2: Como niños recién nacidos, deseen la lecho pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación)
Señor Jesús,
Palabra viviente de Dios
que de tu Padre eres la audible voz
que calma hoy mi inquietud,
que yo escuche lo que dices Tú
de lo que acontece a mi alrededor;
que tu Palabra guíe siempre mi acción
y, al ser tuya, sea mi faro de luz;

tu Espíritu me dé entendimiento
sembrándola en mi corazón,
y germinando en mi interior
conduzca mis sentimientos;

que con ella yo acalle los ruidos
que sé que habrán de venir
tratando de apartarme de Ti
pues eso procura el maligno;
que yo asuma, Señor, el camino
que tu Palabra me invita a seguir
ahora y en el porvenir,
pues me quieres, Tú, como amigo.

Señor, no dejes nunca de hablarme,
quiero oír siempre tu voz.
¡Dulce es el Verbo de Dios!,
el don de la escucha, dame.

Amén.