Dicho por san Agustín:
Tres clases hay de muertos.
Unos que eran muy buenos en su muerte,
que nada tenían que pagar a la divina Justicia,
y volaron en seguida al cielo.
Otros muy malos e impenitentes,
que estaban en desgracia con Dios,
y fueron arrojados al infierno por sus pecados graves no confesados.
Los terceros, ni muy buenos ni muy malos,
son deudores a la divina justicia, o de pecados veniales,
o de penas temporales por los pecados graves;
y a estos, en su muerte, les envía Dios al purgatorio
hasta que hayan satisfecho totalmente á la divina Justicia.