(Gálatas 6,4: Que cada uno examine su propia conducta, y así podrá encontrar en sí mismo y no en los demás, un motivo de satisfacción)
Como a una herida por punzante arista
rechazamos las propias privaciones:
se despiertan y surgen ambiciones
al creer mejor lo ajeno que exista.
Dios no pide poner venda a la vista
ni tampoco evitar aspiraciones;
pero sí, eludir comparaciones.
¡Positivo el pensar, no pesimista!
¿Por qué sólo decir: tengo lo peor
y tan mala acidez me ha sido dada,
mientras a otros les sobra el dulzor?
En vez de envidiar la piña colada
que no tengo ahora, es mejor
hallarle sabor a mi limonada.
Amén.