(Lucas 17,1-2: Después dijo a sus discípulos: «Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños)
Mirada del niño
de ojos inocentes,
de Dios son las lentes
que observan sin guiño;
del mal es lampiño:
sin rasgos hirientes
ni en boca ni en dientes;
¡de Dios, es cariño!
Es un querubín,
un alma bendita;
De Dios, la visita,
siempre con buen fin.
En vez de actuar ruin
con esa perlita,
tú, el bien facilita
a ese chiquitín.
Amén.