Él te escogió,
¡oh Virgen pura
sin tacha alguna,
Madre de Dios!;
de encarnación
fuiste la ruta;
gran misión tuya:
¡canal de Dios!
Y sigues siendo
bendito puente,
ola que mueve
y lleva al puerto;
a Cristo, acceso,
al que concede
y a tiempo atiende
tus pedimentos.
A ti hoy acudo,
¡oh Madre nuestra
siempre dispuesta!,
como conducto;
lleva mis sustos,
sombras siniestras,
y toda pena,
al Hijo tuyo.
Amén.