(Isaías 53,5: El fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados)
Al mirarte, Cristo,
me revelas cosas
tan maravillosas;
de tu bien me invisto,
de paz me revisto:
¡vibras armoniosas!
Con tu ejemplo mudo,
hechos, no palabras,
mi corazón labras:
¡Dios, en cruz, desnudo!
Y tu hablar, que es breve,
alto en contenido:
"por ti he sufrido",
¡amor que conmueve!