(Marcos 12,37b: La multitud escuchaba a Jesús con agrado)
alegran mi alma, refrescan mi oído,
alientan mi ser, con su contenido,
y al acatarlas soy yo renovado.
Si me corrigen por andar errado,
cambio de rumbo y acepto el castigo.
Te pido, Jesús, mi Señor y amigo:
déjame escucharte, estando a tu lado.
Amén.