(Marcos 2,14: Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El se levantó y lo siguió)
Por muchos odiado,
mi vida es muy dura;
soy alguien rechazado,
visto como basura.
Continuar apartado,
¡qué desgracia la mía!
si cambiara de lado,
¡qué caricia sería!
Pero entonces viniste
y al verme a la mesa
de inmediato supiste:
de tristeza era presa.
De mí, pena tuviste,
y limpiar mi pecado
de inmediato quisiste;
y llegando a mi lado,
que te siga, dijiste;
hago un corte al pasado:
lo anterior ya no existe
y por ti soy amado.