(Juan 21,20a: Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba)
Señor, tu amor da para todos,
yo vengo a recibir mi parte;
repartes en partes iguales
y no hay que ponerse celoso.
Tampoco hay que estar temeroso,
ni hay razón para preocuparse,
temiendo que pronto se acabe,
pues alcanza de cualquier modo.
Mejor seguiré jubiloso
disfrutando que me llamaste,
no importa quien vaya adelante,
pues quieres salvarnos a todos.
Amén.
Amén.