(Comentario de Orígenes, presbítero)
Examinemos ahora cada uno de los nombres que se le han dado al Salvador y consideremos con mayor diligencia el porqué y el significado de cada uno de estos atributos. Así caerás en la cuenta de que ciertamente en él quiso Dios que residiera toda la plenitud de la divinidad corporalmente, de que él mismo es el lugar de la expiación, el pontífice y el sacrificio que se ofrece por el pueblo.
Sobre su calidad de pontífice habla claramente David en el salmo y el apóstol Pablo escribiendo a los Hebreos. Que sea también sacrificio, lo atestigua Juan cuando dice: Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. En su calidad de sacrificio, se convierte, por su sangre, en víctima de propiciación por los pecados del pasado; esta propiciación llega, por el camino de la fe, a cada uno de los creyentes. Si no nos otorgara la remisión de los pecados del pasado, no tendríamos la prueba de que la redención se ha operado ya.
Ahora bien: constándonos de la remisión de los pecados, es seguro que se ha llevado a cabo la propiciación mediante la efusión de su preciosa sangre: pues sin derramamiento de sangre —como dice el Apóstol— no hay perdón de los pecados.
Pero para que no creas que Pablo es el único en dar a Cristo el título de víctima de propiciación, escucha cómo también Juan está perfectamente de acuerdo en este tema, cuando dice: Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero . Así pues, por la renovada propiciación de la sangre de Cristo se opera la remisión de los pecados del pasado, con la tolerancia de Dios, en la espera de mostrar su justicia salvadora.
La tolerancia de Dios radica en que el pecador no es inmediatamente castigado cuando comete el pecado, sino que, como el Apóstol dice en el mismo lugar, por la paciencia, Dios le empuja a la conversión; y se nos dice que en esto manifiesta Dios su justicia. Y con razón añade: en este tiempo ; pues la justicia de Dios consiste, en este tiempo presente, en la tolerancia; la del futuro, en la retribución.