Ayuno

(Marcos 2,18: Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos, fueron a decirle a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?»)
Toma mi ayuno, Señor,
el cual contigo es alegría;
pues no puede ser dolor
que a Ti te acoja el alma mía.

No sea sólo algo exterior
ni que sea una porfía,
y que no haya estupor
porque algún hermano ría.

Que sea ayuno a tanto horror
y a la herida en agonía,
por mezquindad en amor
de, entre otros, culpa mía,
al no buscar con ardor,
entre hermanos, armonía.

Amén.