No espero a otro

(Mateo 11,4-5: Jesús les respondió: Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres)
Yo soy el ciego, también el cojo,
leproso y sordo, que, medio muerto
por ser pobre, es tenido al menos
y tratado como defectuoso.

Todo eso he sido y más, y hasta es poco,
ya que no mencioné cuánto peco;
pero con la gracia de este tiempo,
a lo que ofreces, Señor, me acojo.

Es sólo a ti, pues no espero a otro;
más nadie puede dar el consuelo
de Dios, amor que baja del Cielo;
yo quiero estar entre tus dichosos.

Amén.