(Mateo 17,24: Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?»)
Tú eres la Casa y el Templo,
Señor, eterno y viviente,
roca santa y torre fuerte,
y el edificio es tu cuerpo.
Ese pago del impuesto
que ellos fueron a cobrarte,
se lo das sin demorarte
sólo para dar ejemplo.
Cuando llegue su momento
pretenderán darte muerte
por conservar un inmueble
sólo por un breve tiempo.
Del real santuario, el dueño,
eres Tú, Siervo doliente,
quien a todos los creyentes
resucitas de los muertos.