(Marco 16,14: En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado)
Perdón por las actitudes de dudas,
Señor, porque a ti te he ofendido;
quizás ansias de tu voz a mi oído
y los anhelos de ver tu figura.
Ya lo sé, fue actitud testaruda
aquella desconfianza sin sentido
no conseguía acallar el quejido
y me dificultaba más tu ayuda.
Tú llegas en las cosas bien menudas:
no es en el fuerte, sino en el caído;
no en la tormenta, sino en el soplido;
¡la voz de tus enviados es la tuya!
Señor, porque a ti te he ofendido;
quizás ansias de tu voz a mi oído
y los anhelos de ver tu figura.
Ya lo sé, fue actitud testaruda
aquella desconfianza sin sentido
no conseguía acallar el quejido
y me dificultaba más tu ayuda.
Tú llegas en las cosas bien menudas:
no es en el fuerte, sino en el caído;
no en la tormenta, sino en el soplido;
¡la voz de tus enviados es la tuya!