Liberando

(Marcos 1,23: Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar)
El Santo de Dios, su labor,
es liberando que empieza;
se dirige a los que sufren
a quienes rápido encuentra;
y al apiadarse de ellos
les aligera sus penas.
Él, con su ejemplo de vida,
es un Maestro que enseña
una oferta salvífica
para evitar la condena,
y su Palabra proclama
a todos la Buena Nueva;
en tanto que con sus obras
esperanzas se renuevan.
Pero al enemigo malo,
que es promotor de vilezas,
Jesús denuncia y expone
y lo reprende con fuerza
con su Palabra triunfante
con que al demonio encadena.
Ven, Señor, y actua en mí,
desata nudos, libera;
mi grito será de gracias
por darme la vida nueva.

Amén.