Hijos, en la áspera vía
por do caminando vamos,
no siempre solos estamos;
que un ángel Dios nos envía
cuando con fe le imploramos.
Ese ángel, intercesor
es entre el hombre y el Cielo,
y acude a nuestro desvelo,
y con su inefable amor
alivio da a nuestro duelo.
Si ve que a abrumarnos va
el peso de la existencia,
nos grita: -¡Valor! ¡Paciencia!
¡Que el premio mayor será
si es mayor la penitencia!
Ese ángel al hombre avisa
que desatentado y ciego
prefiere el desasosiego
del mal, a la blanda risa
del bien; la blasfemia al ruego.
Le avisa con la dulzura
de un hermano cariñoso...
¡Su voz, eco misterioso
en esta mansión oscura
es del Todopoderoso!
Hijos, en la áspera vía
por do caminando vamos,
no siempre solos estamos;
que un ángel Dios nos envía
cuando con fe le imploramos.