1. Lectura
a) Texto del día
Juan 6,24-35: En aquel tiempo, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello».
Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado». Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: ‘Pan del cielo les dio a comer’». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».
Juan 6,24-35: En aquel tiempo, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello».
Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado». Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: ‘Pan del cielo les dio a comer’». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».
b) Contexto histórico y cultural
La multiplicación de los panes ha provocado una confundida euforia en el seguimiento a Jesús, por la errada interpretación del signo por parte de gran parte de la muchedumbre; esto ocasiona que el Señor se retire a Cafarnaúm, adonde es seguido. Es entonces que acontece el pasaje de hoy, que marca el inicio del discurso del Pan de Vida, donde Jesús explica el sentido profundo del signo realizado.
2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)
Un panadero especial
Un panadero especial que es este:
muy dedicado a sus alimentos
de los que muy bien conoce el proceso
y de sus cualidades es consciente.
Su escaparate tiene dos especies
de los productos que hoy está ofreciendo;
de uno de ellos sólo el sabor es bueno;
en cuanto al otro, todo es excelente.
El primero es rico, pero perece,
pues tiene su fecha de vencimiento;
que puede servirnos como sustento
pero su tiempo de validez vence;
a éste lo buscan muy fervientemente
cuando lo multiplica para hambrientos,
aunque, diríamos, es breve el tiempo
que quita el hambre cuando se le ingiere.
El segundo está hecho especialmente
con material divino, todo etéreo;
parece pan, pero realmente es cuerpo
del panadero que salvó a la gente;
al alcance para el que se convierte,
completamente gratis; ningún precio
y siempre oferta: ¡vida eterna en premio!,
pues quien lo come no muere por siempre.
Un panadero especial que es este:
muy dedicado a sus alimentos
de los que muy bien conoce el proceso
y de sus cualidades es consciente.
Su escaparate tiene dos especies
de los productos que hoy está ofreciendo;
de uno de ellos sólo el sabor es bueno;
en cuanto al otro, todo es excelente.
El primero es rico, pero perece,
pues tiene su fecha de vencimiento;
que puede servirnos como sustento
pero su tiempo de validez vence;
a éste lo buscan muy fervientemente
cuando lo multiplica para hambrientos,
aunque, diríamos, es breve el tiempo
que quita el hambre cuando se le ingiere.
El segundo está hecho especialmente
con material divino, todo etéreo;
parece pan, pero realmente es cuerpo
del panadero que salvó a la gente;
al alcance para el que se convierte,
completamente gratis; ningún precio
y siempre oferta: ¡vida eterna en premio!,
pues quien lo come no muere por siempre.
3. Oración
Con ropa de pan
Señor, que este Pan del cielo,
alimento en que te das,
no me sea escaso jamás
hasta que a Ti emprenda el vuelo;
él satisface mi anhelo
de verte; que es, de hoy, mi afán;
y aunque con ropa de pan,
divina es toda su esencia:
tu Cuerpo y Sangre en presencia,
ahí consagrados están.
Amén.
Señor, que este Pan del cielo,
alimento en que te das,
no me sea escaso jamás
hasta que a Ti emprenda el vuelo;
él satisface mi anhelo
de verte; que es, de hoy, mi afán;
y aunque con ropa de pan,
divina es toda su esencia:
tu Cuerpo y Sangre en presencia,
ahí consagrados están.
Amén.
4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).
5. Acción
A buscar a Jesús,
Pan vivo que no perece,
a anhelarlo,
estoy invitado en este día;
esa tiene que ser mi acción por siempre,
con la ayudad de Dios.
Amén.
Pan vivo que no perece,
a anhelarlo,
estoy invitado en este día;
esa tiene que ser mi acción por siempre,
con la ayudad de Dios.
Amén.