Ya sube a los cielos
nuestro amante Dios,
triunfante del odio,
cautivo de amor,
teniendo y dejando
sin contradicción
el cuerpo en el aire
y la alma en prisión.
Sube en una nube
por mostrar mejor
que, cual otro Elias,
al cielo subió,
y de nuestros ojos
por fuerza y rigor,
otro torbellino
se lo arrebató.
A la tierra tan
amante se unió
que le hizo el dejarla
notable impresión,
y estrechándose a ella,
al subir veloz,
ya que no su carro,
las huellas dejó.
Por eso cautivo
nuestro fino amor,
logra de su triunfo
la pompa y blasón
pues si no de hierro,
metal que doró,
de la misma tierra
grillos se forjó.
Parebo e Imán
junto se mostró,
el cielo y la tierra
en su elevación;
pues si Imán la piedra
a sí lo apegó,
cual oro al Parebo
al cielo voló.