Noche, pesebre y estrella,
la luna agita sus aspa...
Niño de azucenas duerme
arropadito en la paja.
Reposa el brazo, el espíritu
del sueño remomta el ala,
y el hombre cierra las puertas
a María embarazada.
El eje gira que gira,
el Orbe danza en su barra;
en los célicos parajes
un lucero se agiganta.
María encontró refugio
para acunar la esperanza.
Hay aliento de silencios,
de fríos y de horas largas.
¡Ay... mi niño de azucenas
arropadito en la paja!,
¡mi niño no tiene cuna
para sus sueños de nácar!
El eje gira que gira,
el tiempo se pone en marcha...
Soles apagando estrellas,
lunas al sol amortajan,
ríos desgarrando cauces,
olas que suben y bajan,
y el hombre sigue cerrando
puertas a la embarazada.
El eje gira que gira,
otras tierras, otras razas,
otros hombres, otros niños,
otras madres, una nana:
¡Ay, mi niño de azucenas
arropadito en la paja,
mi niño no tiene cuna
para sus sueños de nácar,
mi niño no tiene cuna
para mecer la esperanza!