Lectura orante del Evangelio del Sábado de la Semana 31 del Tiempo Ordinario: Lucas 16,9-15


Que tu Espíritu Santo nos rebose, Señor, en este momento de oración que iniciamos ahora con tu Palabra; necesitamos de su auxilio para entender, aceptar y convertir en acción el mensaje que Tú nos tienes preparado en este día, con tu Santo Evangelio. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 16,9-15: En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos: «Yo os digo: Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero».

Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de Él. Y les dijo: «Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios».

b) Contexto histórico y cultural

Continúan las enseñanzas, a modo de advertencia, respecto a las riquezas, que Jesús formula a sus seguidores en el capítulo 16 del Evangelio según San Lucas, que está dedicado, casi en su totalidad, a ese tema.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

¡Digamos adiós a la preocupación!

Confiemos en el cuidado profuso,
de Dios que está siempre a nuestro favor;
más importante es seguir al Señor,
el resto que venga de modo infuso
y con lo material también incluso;
si confiamos en Él: ¡cero temor!

Somos la obra de su predilección;
¡digamos adiós a la preocupación!

3. Oración

Ayúdame, Señor,
a no prestarle tanta importancia a las cosas materiales;
a entender que lo más importante es Dios,
y que mi objetivo tiene que ser alcanzar su Reino,
lo demás es superfluo, comparado con Él.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A confiar en Dios,
se me invita hoy;
a esforzarme por alcanzar el Reino de Dios y su justicia.
Eso haré, con la ayuda de Dios.
Amén.