Lectura orante del Evangelio del Viernes de la Semana 22 del Tiempo Ordinario: Lucas 5,33-39


Tu Palabra, Señor, es viva, eficaz y transformadora; pedimos tu auxilio para que en este momento que dialogaremos contigo, recibamos tu mensaje con un corazón dispuesto, para que podamos convertir en vida lo que leeremos y oraremos con ella. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 5,33-39: En aquel tiempo, los fariseos y los maestros de la Ley dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y recitan oraciones, igual que los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben». Jesús les dijo: «¿Podéis acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán en aquellos días».

Les dijo también una parábola: «Nadie rompe un vestido nuevo para echar un remiendo a uno viejo; de otro modo, desgarraría el nuevo, y al viejo no le iría el remiendo del nuevo. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino nuevo reventaría los pellejos, el vino se derramaría, y los pellejos se echarían a perder; sino que el vino nuevo debe echarse en pellejos nuevos. Nadie, después de beber el vino añejo, quiere del nuevo porque dice: ‘El añejo es el bueno’».

b) Contexto histórico y cultural

La práctica del ayuno siempre ha estado ligada a la vida religiosa del pueblo de Israel, así como a las comunidades cristianas posteriores a Jesús. Parece ser que el ayuno a que se refiere este pasaje pudo haber sido ordenado por alguna situación de necesidad colectiva, probablemente alguna sequía. Jesús justifica la no participación de sus discípulos en ese ayuno, comparando su presencia entre ellos con la de un novio entre sus invitados; entendiéndose que, entre los judíos, una boda era siempre una fiesta extraordinaria que constituía motivo de alegría jubilosa.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Ayuno

Acepta mi ayuno, Señor,
el cual contigo es alegría;
porque no puede ser dolor
que a Ti te acoja el alma mía.

No puede ser signo exterior
ni tampoco una porfía,
y, mucho menos, estupor
porque algún hermano ría.

Es ayunar a tanto horror
con el que hiero en agonía
cuando hace falta del amor
o existe indiferencia mía
sabiendo que me has pedido,
entre hermanos, armonía.

Amén.

3. Oración

Gracias, Señor,
por estar conmigo;
por haber venido a mí
y permitirme estar en tu presencia;
gracias por haberme incorporado a tu comunidad,
la comunidad de los pecadores que buscan la santidad, tu Iglesia.
Gracias por la alegría que has traído,
y que sentimos al sabernos salvados;
ayúdanos a transmitir a los demás
ese sentir tuyo que es
alegría, amor y paz.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A la alegría estoy comprometido hoy;
vivir mi fe en comunidad de amor y armonía
tiene que ser mi camino siempre.
Amén.